Mis amigos los mochuelos
Hablo de "mis amigos los mochuelos" porque todos los años, a finales de mayo o principio de junio, volvemos a encontrarnos como unos viejos compadres fijos a una cita. Esta es la época en que la joven pollada del año empieza a aventurarse fuera del nido. Salen con esos enormes ojos abiertos de par en par a descubrir su derredor. Los primeros días son bastante asustadizos y se ocultan al más mínimo sobresalto. Yo me siento cerca del árbol que ocupan y ellos poco a poco van saliendo del agujero, posándose en las ramas cercanas y mirándome fijamente.Al cabo de un tiempo confirman que no soy una amenaza para ellos y comienzan sus actividades diarias sin preocuparse de mi. Esperan a que vengan los adultos con comida, se desperezan y estiran las alas, se hacen carantoñas unos a otros, saltan de rama en rama ejercitándose y al cabo de pocos días se lanzan al suelo en pos de pequeños escarabajos a los que dan caza frente a mí.
Los adultos visitan repetidamente el árbol, a veces con presas, supervisan el entorno y también aceptan mi presencia.
Todo esto ocurre mientras el soto esté en calma. De vez en cuando aparecen corredores, ciclistas, recolectores de espárragos, gente a caballo, etc. y todo el mundo se dispersa. Los adultos se van volando y los jóvenes al agujero.
Cuando la cosa está en tranquila, me permiten hacer sesiones fotográficas a unos 5 m. de distancia e incluso menos, con total confianza de su parte.
Estas sesiones suelo realizarlas a las 8 de la mañana, más o menos, que me entra la luz por la izquierda, antes de que suba el sol y se produzca un ambiente de sol y sombras, indeseado, que genera zonas oscuras y zonas quemadas en las fotografías.
En más de una de estas sesiones acudió un adulto con un zorzal en el pico. Esto es algo curioso ya que se aleja un poco de los parámetros de alimentación de estas aves: Insectos, escarabajos, tijeretas; ratones de campo, ratas jóvenes y otros pequeños mamíferos; algunas aves pequeñas, ranas y lagartijas. El zorzal no es exactamente un ave pequeña.
Ante la llamada del adulto, los jóvenes abandonan la oquedad y acuden solícitos al turno de comida. El progenitor desmenuza cuidadosamente la presa y le va dando pequeños trozos a la cría. Es sorprendente observar como, entre el amasijo de plumas, huesos y tripas extrae pedazos de carne limpios de todo tipo de residuos y se los ofrece cuidadosamente al pollo. Este los acepta apresuradamente hasta que se sacia y acude el siguiente comensal. Este nido tenía solo dos "mochuelillos", con lo cual los adultos no tenían excesivo trabajo.
Acabado el turno de comida "cada mochuelo a su olivo", en este caso a su chopo, hasta que apriete el hambre y vuelta a empezar.
El día pasa entre entradas y salidas del agujero, sesiones de limpieza, desperezamientos, pequeñas siestas en la misma rama y otro tipo de labores cotidianas.
Todo esto ocurre en los primeros 8 o 10 días desde que asomaron al exterior. Según van pasando las jornadas van ganando en confianza y autonomía y empiezan a rehusar la presencia humana.
Cuando llego están en las cercanías del nido, pero enseguida se ocultan o emprenden un corto vuelo a algún árbol cercano. Si me acerco a ellos se alejan a otro árbol más lejano.
Al cabo de un tiempo se van dispersando por los alrededores y ocupando su propio espacio.
En un futuro encontrarán pareja y colonizarán la oquedad de algún viejo chopo, que antes estuvo construida y habitada por una pareja de pito real de la zona.
Espero, que la primavera próxima, mis amigos acuden a la cita que ya tenemos formalizada desde hace varios años.
¡¡¡ Hasta el año próximo!!!
Alucinantes las fotos.
ResponderEliminarEl de la penúltima foto también me está mirando a mí, según tu cuentas en la publicación, espero se de cuenta de que tampoco soy peligroso.
Gran entrada.
Gracias, intentaré que las siguientes entradas sigan estando a la altura.
EliminarChapó amigo pajarero ;-)
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