jueves, 25 de junio de 2015

Una de Mochuelos


Estaba yo algo confundido, los jóvenes mochuelos habían abandonado las ramas aledañas a las oquedades de los chopos donde habían nacido y crecido, hasta asomar al exterior. Hace dos días descubrí que habían abandonado el árbol en que pasaron sus primeros días de volantones y habían colonizado conejeras cercanas. Esto ocurría en tres de los cinco nidos que más o menos he estudiado. En los otros dos, el tupido follaje de su residencia les permitía ocultarse más fácilmente. Supongo que utilizan las conejeras porque se refugian más rápidamente, y de manera simultanea, que en el pequeño agujero del árbol. Por otro lado, el estar en el suelo les permite ejercitar todas sus articulaciones, tener más visibilidad ante amenazas, ver más fácilmente cuando acuden los adultos a alimentar, "comisquear" todo insecto que pulule cerca de ellos, y sobre todo, los juegos, carantoñas y peleas que se suelen producir en el grupo.

Hace dos días, cuando llegué a observar una de las familias, enseguida se dispersaron. Alguno no estaba en los alrededores cercanos, otros se fueron volando y uno de ellos se refugió en la conejera que habitualmente utiliza. 
 Me quedé por allí un rato, esperando si alguno regresaba, o salía el que estaba dentro. De pronto apareció esa señora verde que se dirigió rauda a la conejera en busca de fortuna. Como yo sabía que algo iba a ocurrir me aposté raudo, semioculto tras un tronco, a unos tres metros del escenario. Esperé acontecimientos, mi ilusión es que salieran ambos enzarzados. Pero no.....
De pronto apareció, como disparado por un resorte, el joven ocupante del agujero. Y, oh sorpresa, había salido huyendo de una señora verde de 250 gramos y poco más de 120 cms y se encontró de frente, y a unos tres metros, con un tipo de más de 1,80 metros, (el peso me abstengo de decirlo) con una cosa negra en la mano que ponía NIKON y que hacía un raro "clack clack". ¡No sabía que camino tomar!
Al frente una amenaza "gigante" y barbuda, detrás una incomoda visitante sin un pelo de tonta.
La inexperiencia, de su corta vida, le hacía temer más a la de dentro que al señor de fuera. Allí pasó unos minutos intentando intimidarme: se ponía erguido para parecer más grande, hacía movimientos giratorios con el tronco y la cabeza, intentando parecer lo que no era. Todo esto sin dejar de emitir unos gruñidos que pareciesen lo más amenazantes posible.
En cualquier caso, no las tenía todas consigo. No sabía que camino tomar, si hacia delante o hacia atrás. Al frente "el gigante", detrás "la señora de verde". Eso sí, no paraba de vigilar el agujero a pesar de que yo estaba a unos tres metros escasos. Parecía más preocupado de la "señora" que de mí.
Harto de tantas dudas, echó a volar y desapareció lo más lejos que pudo.
Me quedé un rato esperando y al cabo de unos minutos reapareció la inesperada visitante que tanto incomodó a mis amiguetes, (les hago una visita casi todos los días).
La ofidia se escabulló entre el pastizal, haciendo aún menos ruido que cuando llegó y todo quedó en calma.
Se iría a buscar algo con uñas menos peligrosas que estas ...........